Panorama Político Chaqueño
Elecciones

Traición, arreglos y una supuesta unidad partidaria que durará muy poco

¿Unidad? Gustavito y Coqui van juntos para la tribuna, mientras que Mingo Peppo lo sigue mirando por TV desde Paraguay. (Dibujo: NOVA)

Cada vez falta menos para las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) y las campañas proselitistas de los partidos mayoritarios se intensificaron a más no poder.

Diariamente se llevan adelante actos y reuniones ampliadas en distintos puntos de la provincia sin importar que en el medio la variante Delta de coronavirus ya se encuentre circulando de manera comunitaria.

Otra cosa que tampoco sorprende es que dirigentes políticos que hasta hace poco se encontraban distanciados, ahora posen juntos frente a las cámaras de televisión y hasta se tiren flores como si nada hubiera pasado.

Si bien todo forma parte de las maniobras típicas de una clase política que lejos está de ser la ideal, estas idas y vueltas generan desconcierto en un electorado que luego va a las urnas y vota de la peor manera, sin analizar las distintas propuestas y solamente guiándose por el producto que consume en los medios o en la folletería común de todo acto eleccionario.

Días antes del cierre de presentación de precandidatos para estas PASO, la noticia que sorprendió, y no tanto, a todo el peronismo chaqueño fue el anuncio de Gustavo Martínez de que abandonaría el Frente de Todos para conformar un espacio alternativo en el que participarán dirigentes de distintos colores políticos.

La delicada unidad partidaria alcanzada apenas meses atrás, se rompía nuevamente y generaba un mando de incertidumbre en un oficialismo que quería asegurar un gran triunfo en las elecciones de medio término para quedar muy bien parado frente a los ojos de la Casa Rosada.

Esta maniobra característica del intendente de Resistencia, nuevamente dejó al descubierto la gran rosca política y las presiones constantes que recibe el gobernador Jorge Capitanich cuando se acerca alguna elección.

Estas idas y vueltas representan lo peor de la política y se encuentran muy lejos de lo que los panfletos y discursos oficialistas pregonan: “Esto forma parte de una nueva clase política”.

Todo sigue siendo igual en el Chaco. Todo. Las listas de precandidatos se siguen armando en una mesa en la que solo participan dos personas y donde no importa tener en cuenta si los perfiles de cada dirigente son los mejores para llegar al Congreso nacional o la Legislatura provincial.

Solo importa si es amigo de aquel o forma parte del círculo íntimo del otro. La vieja política sigue más viva que nunca y los aires de renovación son solamente una cortina de humo para esconder la realidad de que las decisiones importantes seguirán siendo tomadas por los mismos que vienen gobernando la provincia hace más de 15 años.

Peppo la sigue mirando por TV

Lo único que sí se podrá decir que es positivo es que gracias a la pandemia de coronavirus el impresentable ex gobernador devenido en embajador paraguayo, Domingo Peppo, no tiene las libertades necesarias para poder ir y venir a la provincia por las restricciones de circulación.

Esto permite que no pueda formar parte de la mesa chica que cocina todo en la provincia y solo se limita a participar de los encuentros virtuales que se arman para confirmarlo y venderle espejitos de colores que no existen.

Además de ser utilizado por la gilada para hablar de una unidad manifiesta que no existe y jamás existió, el ex mandatario chaqueño también es usado como moneda de cambio entre Capitanich y Martínez para avanzar con estas presiones y extorsiones que cotidianamente se realizan entre ambos para lograr confeccionar las listas de precandidatos electorales.

Tal es el caso que en los actos y reuniones que se realizan en estos días, ni siquiera recuerdan nombrarlo a Peppo y la repartija de flores y helados queda solamente entre el actual gobernador y el jefe comunal capitalino.

Ahora solo resta esperar cuánto va a durar esta supuesta unidad partidaria entre Coqui y Gustavito para que aparezca nuevamente Peppo.

Ya que Mingo siempre es el caballito de batalla para poder acercar a las partes y no por su alto poder de negociación o su gran caudal de votos, sino por la mediocridad de una clase dirigencial a la que solamente le importa la rosca política y los intereses propios.

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