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La Infodemia: ¿El consumo de información falsa es peligroso?

En el año 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) oficializó el término para describir la exuberancia de desinformación y rumores sobre la enfermedad global arrasada recientemente denominada como Covid-19.
Proporción que dice haber visto mucha información falsa o engañosa sobre el coronavirus de cada fuente durante la última semana. (Fuente: Reuters)
Proporción que usó cada fuente para obtener noticias durante la última semana.

Por Guadalupe Palacios, de la redacción de NOVA

La infodemia es un neologismo acuñado por la Organización Mundial de la Salud, compuesto por la unión de las palabras info (por información) y demia (epidemia), ¿a qué se refiere?. A la sobreabundancia de información errónea la cual puede socavar la credibilidad de las autoridades de Salud Pública y de entidades científicas y promover la desconfianza al discurso oficial entre la población en medio de una crisis sanitaria.

NOVA dialogó con Juan Carlos Sincovich, médico y forense del sanatorio Sarmiento de la ciudad de Resistencia, provincia del Chaco, comentó que hay muchísima información circulando sobre el Covid-19, y algunas no son las adecuadas. “Hay tanta exuberancia de información que no sabes con cual quedarte, cual es verídico y cual es falso”, remarcó el doctor.

No obstante, una información errónea o mal dada puede causar severos daños en una comunidad ya que genera todo tipo de sentimientos encontrados como depresión, ansiedad, miedos, estrés y hasta soledad por el hecho de estar aislado de todos, es una situación muy compleja. Un claro ejemplo de lo que es la infodemia para ser más clara es lo que ocurrió en los primeros meses de la pandemia con el dióxido de cloro, un brebaje casero, muy en tono con las prácticas de la homeopatía, al cual un sector muy intenso en las redes sociales le adjudicaba características curativas de múltiples dolencias, incluida la COVID-19. De hecho, muchos cayeron en este engaño y se reportaron intoxicaciones y hasta muertes en el país.

Hay que ser prudentes y prestar atención a los contenidos que leemos en internet

Por otro lado, en lo que va del año 2021, la desinformación nuevamente se hizo presente y en esta oportunidad con las vacunas contra la Covid-19. La raíz de la misma surgió de la cuestionada tapa que publicó el diario Clarín el pasado 11 de abril, en donde informaba que "China ahora admite que sus vacunas tienen baja efectividad”. Así mismo, esa desinformación luego fue replicada en TN por el periodista, Jorge Lanata y también por la presidenta del PRO a nivel nacional, Patricia Bullrich. Esto generó preocupación y miedo en la población y muchos no quisieron vacunarse.

La Organización Mundial de la Salud reconoció las dudas sobre las vacunas como una de las principales amenazas para la salud mundial antes de la pandemia. A medida que las vacunas contra el COVID-19 avanzaban en su desarrollo, las comunidades de salud pública anticiparon una considerable indecisión sobre los inmunizantes. Equipos de expertos, empezaron a reunirse periódicamente en línea para discutir la mejor manera de amplificar los mensajes basados en la evidencia, ofrecer anuncios de servicio público y abordar las preocupaciones en torno a la inmunización contra la COVID-19.

Actualmente en Argentina, ya se han aplicado 7.261.176 vacunas con una dosis, 1.130.337 vacunadas con 2 dosis, 8.391.513 total de dosis aplicadas, según datos oficiales del Gobierno Nacional.

En la actualidad todo pasa por las innovaciones tecnológicas, pero esto tiene sus pro y contras. Por un lado, es bueno estar informados continuamente de lo que sucede tanto a nivel país como en el mundo, pero, por otra parte, como sucede con la infodemia tanto caudal de información en línea y por redes sociales genera confusión y las consecuencias de ello son muy alarmantes como se ve en los siguientes datos estadísticos.

Según estadísticas realizadas por Reuters Institute demuestra que las redes sociales son uno de los principales canales que actualizan la información de COVID-19. El 82 por ciento de los participantes se exponen con frecuencia a las redes sociales, y percibieron altas probabilidades de ansiedad, lo que es consistente con estudios previos. Puede haber dos razones que expliquen la asociación entre los espacios digitales y la salud mental.

La televisión y los medios digitales son las formas más populares de acceso a las noticias en los seis países. Las cifras de circulación de los periódicos son más bajas de lo normal, ya que la cuarentena complicó la distribución de los ejemplares y provocó una reducción en las ventas. Aunque el consumo de noticias en general crece, hay diferencias demográficas esperables: los jóvenes identifican de forma abrumador a los medios digitales (y a menudo a las redes sociales) como su principal fuente de información, mientras que las personas de mayor edad recurren a la televisión.

En Argentina, los que ven televisión son un grupo de 77 por ciento, los que escuchan las noticias a través de la radio un 24 por ciento. De manera online un 90 por ciento, por redes sociales un 78 por ciento. Mientras que a través de los periódicos solo un 28 por ciento. (gráfico 2).

Además, encuestas en Estados Unidos, Brasil y México muestran que aproximadamente la mitad de los adultos están estresados por la emergencia sanitaria. Esto ha incrementado el consumo de drogas y alcohol, lo cual “puede exacerbar los problemas de salud mental. (REUTERS).

En suma, esta pandemia se dio en medio de un avance en las tecnologías de las telecomunicaciones que hace muy difícil para las personas detectar que información es real y cual no. De ahí la necesidad de un periodismo responsable que brinde datos adecuados y verificados para evitar que la bola desinformativa continúe acrecentándose. Hay vidas que depende de esto.

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