Perfiles urbanos
La “pluma” a la orden del día

Miguel Ángel Molfino y el sentimiento de "no querer ni pensar la vida sin escribir"

Miguel Ángel Molfino, es porteño de nacimiento y chaqueño por adopción, periodista, publicista y escritor de profesión y de experiencia.
Molfino fue parte de un suplemento que acompaña la edición de cada domingo de Norte, donde publica sus “aguafuertes chaqueñas”.
Molfino aborda en sus textos varios temas locales pero también se mete y hace síntesis nacionales de gran valía.
“Los textos publicados y que pasaron al formado de libro son los publicados originalmente en una columna que tenía en diario Norte, contó Molfino.
El escritor Miguel Ángel Molfino destaca que “la motivación para seguir escribiendo es muy sencilla: si no escribo dejo de respirar”.

Miguel Ángel Molfino, es porteño de nacimiento y chaqueño por adopción, periodista, publicista y escritor de profesión y de experiencia. En su vida, fue redactor del diario Norte de la provincia del Chaco y corresponsal del diario El Mundo de Buenos Aires, colaborando en paralelo en las prestigiosas revistas El Porteño y Crisis.

Molfino fue parte de un suplemento que acompaña la edición de cada domingo de Norte, donde publica sus “aguafuertes chaqueñas”, que comenzaron a mediados de la década del 80. De aquella primera temporada, el escritor publicó un libro bajo el título “Versiones y perversiones”, libro que volvió a editarse de la mano de la Librería y Editorial Contexto.

“Dejo resbalar mis ojos fuera de la ventana desde donde veo a Resistencia mientras escribo”, esta frase es tomada del texto “La última muerte” de Gary Cooper, de alguna manera es la síntesis perfecta de un libro que contiene textos sobre cómo ve el escritor a Resistencia. Molfino aborda varios temas locales pero también se mete y hace síntesis nacionales de gran valía. Por ejemplo, cuando dice: "Los argentinos podíamos considerarnos los campeones mundiales de la melancolía y la nostalgia, los únicos que le pusimos música al complejo de Edipo". Los sostiene en Último tango en Finlandia.

En ese libro en el que cita lugares de Resistencia, Barranqueras, Sáenz Peña, se habla de literatura, cine, extraterrestres, música, arte, varios colores que salen a la luz bajo un género literario muy híbrido como resulta ser las aguafuertes chaqueñas.

“Los textos publicados y que pasaron al formado de libro son los publicados originalmente en una columna que tenía en diario Norte. Después de la dictadura me costaba encontrar la vuelta para volver a escribir. Fue una época bastante cenagosa. Entonces me saqué de alguna manera la responsabilidad de pensar en un libro y escribí una columna en el diario al modo de unas aguafuertes chaqueñas, salvando claro las honrosas diferencias con las aguafuertes de Roberto Arlt”, recuerda Molfino.

A lo que agregó: “Las notas originalmente salían una vez a la semana. Siempre he manifestado que a Molfino no lo leo sino que lo escribo. Sin embargo, cuando iba a publicar este libro tuve que volver a leer y hacer una selección de esos textos. Me quedé, o seleccioné, los que más me gustaron, aquellos que sobreviven con mayor capacidad a este nuevo formado”.

En cuanto a lo expuesto en sus libros y si se hace referencia por necesidad a Resistencia y la provincia del Chaco, manifiesta: “La realidad es que escribo con mucha libertad. En los libros, puntualmente, busco que quede un homenaje a una Resistencia que ya desapareció. Los textos recuperan algunos bares míticos donde iba con mi viejo y donde se juntaban los intelectuales de la ciudad. Un bar donde también podías entrar al perro Fernando. Creo que recuperé una Resistencia que estaba en mi nostalgia y en mi melancolía. Los lectores encontrarán varias referencias a lugares míticos que fueron trascendentales para la sociedad, algunos solo perduran en la memoria de los nostálgicos y en estas páginas”.

Además, Molfino también destaca “la recuperación de la memoria mía y de muchos resistencianos que se acercaban, me contaban historias y algunas llegué a escribir. Por ejemplo, un texto que lleva por título ´La autopista del norte´, donde hay una clara alusión al cuento de Cortázar, ´La autopista del sur´. El hecho local ocurrió aquí en un atasco gigantesco en la ruta que une las provincias de Chaco y Corrientes. Hubo escenas disparatadas en esa especie de encierro al aire libre que se produce con el tránsito detenido en la ruta”.

En especial, Molfino se tomó un tiempo para recordar particularmente su primera “creación” publicada. “Ese libro reunió textos que fueron publicados allá por los años 85 u 86. El contexto marcaba que recién se había hecho el juicio a las Juntas Militares. Todavía teníamos miedo. Había miedo en la sociedad. En ese momento todavía salíamos con los documentos en los bolsillos porque teníamos miedo de que la cana nos pare para pedir documentos. Para quienes estuvimos detenidos sabíamos de la guarra y de las uñas de la dictadura. Era un monstruo grande que pisa fuerte, como dice la canción de Leon Gieco. Siempre tuve la esperanza y la ilusión de lo que sucedió después. Los militantes de derechos humanos lucharon, y quienes conocíamos lo que había pasado en el fondo luchamos para que se abra ese dique que revele todo lo que había pasado bajo la dictadura. Acá en Resistencia la toma de lo que hoy es la Casa de la Memoria es todo un símbolo. Los juicios desde que se volvieron a abrir todavía se siguen produciendo en todo el país.

Finalmente, como lema de vida, Molfino manifiesta que “la motivación para seguir escribiendo es muy sencilla: si no escribo dejo de respirar. Tengo una rutina de trabajo diario donde me siento a escribir de cuatro a cinco horas. Ese tiempo son nalgas, solo me levanto para preparar mate o ir al baño. Todavía sigo escribiendo los domingos en el diario. Además tengo un buen tiempo que dedico cada día a la lectura. Para quienes escribimos, la lectura es indispensable. Una de las tantas charlas que tuve con mi hijo Lucas Molfino, que es músico y hace más de diez años que vive en México, donde me marcó que me diga: ´Papá, ¿qué sería de nosotros si no pudiéramos crear?´. La verdad es que no quiero ni pensar mi vida sin escribir”.

El escritor Miguel Ángel Molfino destaca que “la motivación para seguir escribiendo es muy sencilla: si no escribo dejo de respirar”.

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