Perfiles urbanos
Mientras la ciudad duerme

El arte se regala por medio de las paredes en Resistencia

El artista Marcos Corvalán destaca: “El pintar paredes para embellecer a los barrios o dejar un legado a la ciudad me dio una sensación de libertad”.

La capital chaqueña siempre se caracterizó por su arte, su cultura en general. La Bienal ha posicionado a la ciudad como un punto referencial en materia cultural, pero Resistencia no solo brilla por sus grandes e imponentes obras, sino porque cuando uno va caminando de un día para el otro aparecen obras de gran tamaño, perfectamente dibujadas. No solo es llamativo por la prolijidad de los detalles sino por la rapidez con la que se pinta y que cuando la ciudad duerme, alguien decide salir a hacer arte.

En esa producción, uno de los protagonistas es Marcos Corvalán, nacido en la capital chaqueña, tiene 36 años y es autor de grandes y magnificas obras que no solo embellecen los espacios públicos, las paredes olvidadas, sino que bares y locales eligen que sus pinturas queden plasmadas en su interior. Y no solo es artista local, sino que sus pinceladas llegaron a varios puntos de la provincia. Su carrera empezó como autodidacta, en las paredes de su barrio, vestía las paredes grises y le daba un poco de color aunque después fueran tapados.

“Comencé pintando muros de iglesias a modo de rebeldía. Fui toda la vida a colegios católicos y nunca me enseñaron temas como la inquisición, y sobre eso pintaba pero después me fui dando cuenta que no era el camino que quería transitar para dejar mi arte en Resistencia” explicó Marcos, y agregó: “Después entendí que no era lo que quería y necesitaba hacerme conocido, porque a los materiales y demás herramienta me las pago yo, entonces empecé a darme a conocer y dejar un arte más llamativo en las paredes de las ciudad”.

“El pintar paredes para embellecer a los barrios o dejar un legado a la ciudad me dio una sensación de libertad” dice Marcos y cuenta que fue detenido por pintar en varias oportunidades.

El estilo y los estudios

Corvalán tiene un estilo definido. Comenzó como artista autodidacta y se fue perfeccionando, ya que estudio tres años de diseño gráfico y seis de bellas artes. Pintó, se equivocó y volvió a pintar y así fue encontrando su propio estilo, algo que le sale natural: los colores que unen y los retratos a grandes escala. No importa cómo ni donde, mientras la pintura quede terminada.

Con respecto al elitismo en el arte, Marcos reflexiona y acepta que existe cierto elitismo en el rubro. “No está mal que existan estos tipos de círculos, porque es necesario que uno se vaya perfeccionando y escalando hasta poder entrar en ciertos ámbitos. Que alguien te elija por tus pinturas es un trabajo largo pero necesario” dice Marcos y agrega: “No importa como entras a ese mundo elitista, lo importante es cómo te comportas cuando estás ahí”.

El arte publico

Ver paredes con grafitis, pintadas, muros con colores muchas veces llama la atención y a simple vista uno identifica a algunos artistas locales, como los murales de Milo Locket, de Luciano Acosta o los de Marcos. Ese es su objetivo, su motivo en cada pincelada: que la gente disfrute de sus obras y no queden encerradas en una exposición.

“Muchas veces me ofrecieron exponer, hacer pinturas para vender pero de qué sirve encerrarlas entre cuatro paredes, cuando puedo dejar mi legado a los resistencianos. Que pasen y le saque una sonrisa, que disfruten, critiquen, se enojen o se pongan contento porque eso es lo que tiene producir el arte” comenta Corvalán.

“En una exposición pueden llegar a ir 50 personas como mucho, en cambio en un muro ven todos. Mis propios amigos no han ido las veces que expuse, para qué… si pueden verlo libremente por la ciudad” explica el artista.

El reconocimiento y la autopercepción

Uno siempre quiere saber cómo se perciben los entrevistados, Marcos es claro. “Soy una creación de todos mis años, nunca cambie lo que quise ser. Desde chico sabía que quería dedicarme a esto y con el tiempo fui mejorando” exclama el artista y asegura: “Mi manera de verme es la combinación de todo lo que a mí me gusta, me inspira y es lo que me hizo crecer”.

“Soy fácil de reconocer por la calle, un tipo extraño con un bigote largo y todo tatuado” se describe el entrevistado y dice que es un rompecabezas con piezas que muchas no encajan entre sí. A la hora de contar como lo gustarían que lo recuerden, Corvalán es claro: “Como el artista urbano que perduro en todos los tiempos. Uno de los que cambio la visión del arte en Resistencia”.

“Realices cosas del arte urbano que exploto en todo el mundo y en la ciudad no se expresaban porque muchos artistas esperan ser llamados y subvencionados por el Estado, por eso es que yo voy y lo hago” describe y añade: “Para que me llamen y me paguen, tengo que mostrar también lo que hago”.

En cuestiones de reconocimientos, “Marquitos” dice que él siente que eso pasa. La gente habla de el por sus pinturas, reconocen el esfuerzo y el trabajo de tantos años. Sobre todo, según explica Corvalán, saben agradecerle sus pinturas porque es un regalo que él les deja a los vecinos, su legado, su arte. Aunque muchas veces, estos mismos hayan sido tapados y para él eso nunca fue materia de impedimento, incluso fue lo que más fuerza le dio para seguir interviniendo los espacios.

Vivir del arte

Como cualquier persona que se dedica al arte, cualquiera sea su rama, el mayor deseo es poder vivir de lo que hacen. Marcos dice que logro esto, que hoy si puede vivir de sus pinturas. “Fue muy difícil el camino, pero trataba de no gastar la plata que tenía e invertirla en pinturas. Incluso decidí vivir con mi familia para ahorrar la plata, ellos me acompaño y me ayudaron en este camino”.

“Mis clientes también me acompañaron en este proceso, porque no es fácil consensuar. Todos queremos aportar lo mejor de cada uno para una pintura pero muchas veces la visión no es la misma” remarca Marcos.

Sus obras en la ciudad

La primera obra que Marcos realizó, a gran escala, es la de los peces y pulpo que se encontraban en la avenida Sarmiento, en las paredes de la bajada del canal del rio negro que allí se encuentra. El artista mismo se encargó de cortar el pasto, machetear, limpiar la zona y realizar la obra que con el tiempo fue quedando en el olvido, al igual que el espacio que pareciera ser que no existe.

Otra de las obras que deja es la de la avenida Belgrano casi Julio A. Roca, donde la fachada de una casa que parecía abandonada fue empapelada con propagandas políticas. El artista hablo con el dueño del lugar y le pidió permiso para hacer su arte. Hoy, dos grandes rostros femeninos le dan un toque distinto a la zona.

Si algo siempre llama la atención es algún dibujo de los Simpson. Y eso pasa con el muro que está ubicado en avenida Italia al 1500, donde apareció Marge. Marcos explico que esta obra la tenía pensada hace varios años porque es muy particular esa pared. Fue un mural donde pidió permiso a los dueños de casa, y que si no les gustaba que la taparía. Hoy es uno de los lugares donde los vecinos paran a sacarse una fotografía. ¿Lo llamativo de esta pintura? Fue realizada en tres horas.

En Villa Alta el tanguero que tiene su propio farol. Fue una de las primeras obras que realizo, cuando todavía estaba en el anonimato y hacia sus obras de madrugada. Siempre le llamo la atención ese farol que sobresalía y nada mejor que el tanguero para reposar bajo la luz. Lo gracioso o lo anecdótico de esto es que un día Marcos estaba dando un taller de pintura y al mostrar sus trabajos, uno de los asistentes le dijo que esa era su casa y que estaban fascinados como había quedado.

En la avenida Sarmiento hay varias obras de Marcos, el más visto es el del gauchito gil (casi a la altura del Shopping) y bajando el puente el puente Ejército Argentino, se encuentra un Jesús con detalles sumamente prolijos y llamativos. Religión y cultura, dos mundos atravesados por la pasión.

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