Perfiles urbanos
Líneas como disparadores de ideas

Los libros y lecturas como clave para la formación de niños en lectores

Marcela Ramírez es especialista en “Pedagogía de la Lectura para niños”, y cuenta sobre las herramientas disponibles para incentivar la bibliofilia infantil.

Cuando se enciende el celular o se prende la tele, suceden cosas. Pero también, en algún lugar en este preciso momento alguien detiene el tiempo y las cosas, y se deja seducir por las letras y las imágenes de un libro pensado para las infancias y la juventud. Un niño o una niña construyen sentido con la voz de un lector que juega con las entonaciones que le despierta el texto. En ese contexto, la memoria de Marcela Ramírez guarda libros de autores clásicos que le gustaban de niña: "Alicia en el país de las maravillas", "Peter Pan", "Pinocho", los primeros que vienen a su mente.

Ramírez es bibliotecaria en la Biblioteca “Enriqueta Varela” de la ciudad de Resistencia, es licenciada en Ciencias de la Información y se especializó en Pedagogía de la Lectura para niños, niñas y jóvenes. De allí viene este presente luminoso y pletórico de literatura, que permite conocer sobre libros para niños, qué y cómo hacer para acercarlos a la literatura, además de conocer sus sugerencias en su doble función de bibliotecaria y librera.

“Como dice Laura Devetach, una de las autoras más importantes en literatura infantil y juvenil en la Argentina, me gusta hablar de mi camino como lectora, que comenzó con las primeras lecturas en la biblioteca de la escuela primaria. En mi casa no había acceso al libro. Mis padres eran trabajadores, obreros, y no eran lectores. Entonces mi gusto por la lectura empezó con una bibliotecaria escolar, con ella comencé a leer los primeros libros. Durante la adolescencia también seguía en contacto con profesores de letras, quienes acentuaron ese gusto, compartiendo recomendaciones y libros. Hoy puedo decir que mi amor y mi gusto por la lectura comenzaron en la escuela; la escuela fue la gran ocasión de la lectura”.

De joven, iba a la Escuela 117 “Manuel Sanchís”, ubicada en un barrio muy popular de esta ciudad, el Ricardo Güiraldes, para luego ir a la 45 “Héroes del Atlántico Sur”. Para seguir el camino recorrido en la lectura, hizo la carrera de bibliotecaria en la Universidad Nacional del Nordeste.

“Cuando cursé había una formación más técnica y no había especialización en literatura infantil. Por suerte esas cosas han cambiado. En mi caso siempre seguí formándome y hace siete años encontré en la Fundación Mempo Giardinelli, la Especialización en Pedagogía de la Lectura. Ahí descubrí un mundo nuevo de la mano de Oscar Yaniselli y Natalia Porta López, apasionados de la literatura y fervientes trabajadores de la lectura para niños y jóvenes. Después de la especialización me quedé trabajando ahí, en la Fundación. Así surgió en mí el deseo de poder transmitir la literatura y formar lectores en el ámbito de la escuela y de la biblioteca”.

Como reflejan las palabras de una especialista: María Teresa Andruetto, gran referente de la literatura en la Argentina, quien habla de una literatura sin adjetivos. No existiría ese adjetivo de “infantil” y “juvenil”. “La buena literatura es para todos. Incluso aquí en la librería hay libros que el mercado dirige exclusivamente a niños y jóvenes, pero son libros que podemos disfrutar todos. Así que hay libros que disfrutan más los adultos que los niños o las niñas, porque el placer que provoca lo bien hecho literariamente no tiene edad. Si bien existe la llamada literatura infantil y juvenil, la buena literatura no admite adjetivos, no hay que encasillar los textos”.

Además, Marcela enfatiza: “Se puede leer sobre todos los temas. Lo que pienso y lo que trato de hacer es elegir bien, una selección cuidada respecto de la calidad literaria de los libros que vamos a ofrecerles a los más pequeños. Hay libros sobre algunos temas como las emociones, la identidad, el género, entre otras cuestiones, que en determinados momentos y según ciertas tendencias, el mercado impone, pero que son bastante literales y con un claro tono moralizador. A esos no los recomiendo. Es decir, se pueden abordar todos los temas, pero siempre que sea desde la buena literatura. No hay que subestimar a los lectores niños y niñas. En mi caso, me interesan los textos polisémicos, que interpelen, que abran posibilidades, que permitan ´ensanchar la frontera`, como dice Graciela Montes, y que contribuyan a que las infancias lean el mundo, pero también a que se lean y se conozcan, que es lo que hace la ficción, la buena literatura. La función estética en la literatura es lo más importante, más allá de la temática que aborde el texto. Hay muchos textos que tocan temas difíciles, también llamados textos perturbadores, pero que tienen gran calidad literaria y que se pueden compartir con los más pequeños”.

En cuanto a la influencia de la lectura en los sueños que tienen los niños, Ramírez destaca: “Sin lugar a dudas, la lectura influye en los sueños y en la vida de las personas. De los niños y de los adultos. Por eso coincido y siempre tomo las palabras de Graciela, quien dice que la escuela es la gran ocasión para la lectura. Por mi recorrido como lectora, estoy segura de que todo empieza en la escuela, cuando no lo hace en los hogares. Hay lugares donde los libros no llegan, por ello es tan importante y necesaria la escuela pública”.

Finalmente, para hablar del “acceso a un libro”, Marcela destaca: “Es necesario tener libros en la casa, en una biblioteca, o desparramados por distintos lugares de la casa. En segundo lugar, creo que es fundamental el modelo lector, que seamos los adultos los que leamos y los que acerquemos los libros. Es casi seguro que si un niño o niña ve a un adulto leer, probablemente quiera repetir esa práctica. Insisto en la necesidad de leer con los más pequeños, ya desde el vientre materno. En tercer lugar, hay que garantizar tiempo y espacios para la lectura. Hay que hacerse el tiempo para leer con los niños, a la noche o en el momento del día que tengas disponible. El tiempo de la lectura compartida genera un vínculo estrecho de los niños con el texto, pero también con el adulto que le está leyendo. Por último, pero no menos importante, visitar asiduamente bibliotecas, librerías, centros culturales y otros espacios que contribuyan el acercamiento de los niños y niñas con la lectura”.

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